Los gatos son muy sensibles al frío y las bajas temperaturas. Además de un resfrío, pueden producir fiebre como señal de otras enfermedades. Por eso es importante que sepas medir la temperatura corporal de tu gato.

 

Los síntomas de fiebre suelen ser apatía, y decaimiento, falta de vitalidad, ojos irritados, respiración más acelerada y disminuye su apetito.

 

 

La temperatura habitual en los gatos adultos está entre los 38º y 39ºC, mientras que en los cachorros puede ser de 39,5ºC. En caso de que la temperatura sea inferior a 37,5º o por encima de los 40ºC, recurre de inmediato a un veterinario.

 

El método más preciso para medir la temperatura del gato es con un termómetro rectal. Es probable que necesites ayuda para poder tomarla. Puedes inmovilizarlo con una toalla pequeña, dejando el trasero hacia fuera. Lubrica el termómetro con vaselina, levántale la cola e introdúcelo suavemente unos 2c, sin forzar. Si es de mercurio, déjalo de 2 a 3 minutos.